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mario cuenca sandoval

Bajo una luz marina, de Raymond Carver

Bajo una luz marina, de Raymond Carver

Raymond Carver (1939-1988) es considerado uno de los grandes maestros  contemporáneos del cuento, es decir, del más exigente de los géneros. Y lo es por su voluntad de precisión, por esa aparente sencillez que sólo se puede extraer de las horas frente al papel, como una piedra preciosa. "Minimalismo" llamó la crítica a este modo sutil y despojado de narrar, en que se opta por la sugerencia, por la suspensión de juicio y por la extrañeza ante la realidad cotidiana.
También el Carver poeta levanta, empleando un lenguaje en apariencia prosaico, ese mismo extrañamiento ante lo cotidiano y nos regala una obra poética que se alimenta de la misma filosofía, en algún punto próxima (por extraño que pueda parecer) a la de aquel Machado que exigía distinguir "las voces de los ecos". No en balde, Carver le dedica el poema "Ondas de radio", de cuya lectura sólo puede extraerse la conclusión de que ambos hubieran sido buenos amigos si hubieran coincidido en el espacio y el tiempo: "Todo es perfecto, Machado está aquí."
Bajo una luz marina, la primera antología de su obra publicada fuera de los Estados Unidos, esgrime esa misma voluntad milimétrica, en apariencia descuidada y banal, del Carver narrador. Sólo que en ella un aliento autobiográfico alcanza nuestra nuca y añade a la lectura el aroma del alcohol y el desengaño, de los hijos a los que no se ha sabido educar (Hija, no puedes beber./ Te matará. Como hizo con tu madre y conmigo.), aunque también breves apuntes de reconciliación con la vida y con la propia actividad poética: "(El cuervo) Estuvo posando allí en la rama durante unos cuantos minutos./ Luego alzó el vuelo y desapareció bellamente/ de mi vida".
Los personajes de Carver afrontan sus sencillas metas y frustraciones, sus tragedias de corto recorrido, en medio de una atmósfera de inquietud y provisionalidad. El mundo es inestable. Incluso en un banquete de boda puede aparecer un cuchillo. La cotidianidad siempre lleva dentro de sí la posibilidad de la tragedia: "(mi padre) Murió justo después de decir: 'Lleva esto/ a la cocina, hijo'./ La palabra hijo saliendo de sus labios./ Colgando en el aire para que todos la oigan.".
Maestro de la distancia corta, Carver no gustará, sobre todo, a quienes se dejan embaucar por fuegos de artificio.

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