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mario cuenca sandoval

Los hemisferios en Babelia, El País

Los hemisferios en Babelia, El País



Lluís Satorras,   1-3-2014

 Un accidente de automóvil. Una mujer ¿sin ombligo? es la víctima cuyo cuerpo rompe el parabrisas del otro coche, un cuerpo sin vida, seccionado y sangriento. Un suceso inicial similar al big bang como lo sugiere la numeración ordinal e inversa de los capítulos que siguen. Una tragedia que cruza la novela de arriba abajo. ¿Cómo remediar un hecho tan incontestable? Quizás como en Ordet, donde “la luminosa mirada de Dreyer” incluye una poética de la resurrección o como en Vértigo de Alfred Hitchcock donde la alquimia del maestro propone varias posibilidades (la concordancia entre ambas películas ya ha ocupado a algunos críticos).

Apoyándose en citas literales y algunas imágenes del libro que Eugenio Trías dedicó a la película de Hitchcock, la pericia del autor recrea la película en bien de la novela. Gabriel, el protagonista, y sus iguales (el Scottie del filme y Oliveira de Rayuela) “suspendidos del deseo, suspendidos de aire” avanzan hacia el encuentro con la mujer perdida y observan “los anillos en el tronco cortado de un árbol”.

La mímesis de la aventura contada en Vértigo es espectacular y agradecida hasta el final de la primera parte. Frente al populoso contenido de la primera parte, la segunda es ascética, relata un viaje apocalíptico, cada vez más fantástico, en escenarios desnudos procedentes de la cioencia ficción o el cine de terror. Al fin, lo que se impone es el estilo poderoso y compacto y decicido de Mario Cuenca Sandoval (Sabadell, 1975). Frases cortas, directas, conversaciones truncadas disueltas en el cuerpo del texto, reflexión y emoción poderosamente imnbricadas en la narración.

Cuando Gabriel alcanza su gran momento, la novela late con furia y presenta espléndidos pasajes que relacionan el oscuro suicidio que él evocara para siempre como un acertijo insoluble con tumultos ciudadanos originados por la muerte en el ruedo de un torero justo en la última corrida que se celebra en la ciudad que acaba de prohibirlas (el toreo cumple la función que ejercía el boxeo en una de sus anteriores novelas, Boxeo sobre hielo).

Después llega la purificación, una compensación. A “la carne llena de estigmas”, cicatrices y escoriaciones, sucede “algo nuevo, recién emergido del agua”, blancura y luz. El espíritu de Vértigo sigue presente. La “Gran Familia Pálida” (sospechamos que se trate de vampiros o revenants) protagoniza una segunda parte mś subjetiva en que nada es lo que parece con el objetivo de acometer el “Supremo Montaje”, término cinematográfico quizás utilizado para reunir los momentos importantes de la existencia.

Una expedición hacia el Círculo Polar que revive las sensaciones experimentadas por Gordon Pym en el libro de Edgar Allan Poe y las referencias al poderoso cráter de un volcán proceden directamente de Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne. Mágica e indefinida, es reflejo de una primera parte más precisa y directa. Queda en manos del lector completar el sentido de todo el conjunto. No es una lectura fácil, pero sí una novela llena de pasión, enriquecedora y colmada de buena literatura”.

 

 

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