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mario cuenca sandoval

Reseña y entrevista en El correo gallego

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JOSÉ MIGUEL GIRÁLDEZ | 06.12.2014

SOBRE EL DELIRIO, LA PASIÓN Y EL VÉRTIGO

Mario Cuenca Sandoval, ‘Los hemisferios’. Seix Barral. 536 págs. 20.50 €.


Sé bien que no soy el primero en decirlo, pero no vendrá mal insistir en ello una vez más. Mario Cuenca ha regresado con una novela extraordinaria, que analiza las emociones y el problema de la identidad. Sandoval (Sabadell, 1975) es uno de nuestros mejores escritores. Ya sus novelas anteriores apuntaban maneras, y, desde luego, su poesía. Pero Los hemisferios (Seix Barral), novela aparecida hace unos pocos meses, nos ofrece un viaje deslumbrante hacia los más oscuros territorios de nuestro interior, convenientemente expresados en el dolor, la tragedia, los deseos, las obsesiones, el juego de identidades, las fantasmagóricas presencias y el estudio de la naturaleza con planteamientos del Romanticismo alemán o inglés. Un hermoso viaje hacia la belleza y la muerte, hacia la posibilidad de una isla que, al final, sólo está en nosotros. Son tantos los juegos que nos propone Mario Cuenca Sandoval, tanto su dominio de las situaciones, tras, sin duda, una cuidadosa revisión de la estructura, que la novela me parece inagotable.

Bellamente escrita: o mejor, escrita con un lenguaje y una pulsión que casi resultan una rareza en el panorama literario. Un despliegue asombroso que, aunque recuerda una novela tradicional (aunque son dos novelas en una), pronto demostrará al lector que todo es aparente, y que nos hallamos ante un juego de espejos deformantes, a un homenaje al mito del doble (que anuncia la muerte), a una búsqueda de la resurrección de la persona amada (aunque sólo contemplada un breve instante, un segundo antes de morir). Extraordinario. La novela, por supuesto, está fuertemente influida por la educación sentimental y las pasiones culturales del autor: Vértigo de Hitchcok y Palabra de Dreyer son las columnas sobre las que se construye.

El cine, en efecto, es fundamental en esta historia. Pero hay mucho más. Todo originado en un accidente de carretera que ocupa las primeras páginas, todo originado en ese estallido, en la pérdida de la Primera mujer, que muere como consecuencia del impacto. A partir de ahí, se desata una espiral de vértigo, resuelta con una estética elaborada con gran maestría. Se desata un torrente de literatura de una calidad abrumadora.

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