un fragmento de Boxeo sobre hielo
Aquella noche fue algo grande. Ella estuvo especialmente inspirada; y su audiencia, especialmente sensible. No es que escucharan con devoción aquella música; tenían la sensación de estar bebiéndola, comiéndola, tenían la sensación de ser invadidos, sostenidos en el aire, zarandeados en el aire por ella. Los chicos de El Grito ya tenían un Dios y ahora una Diosa. Farré repartió unos secantes de ácido y hubo mucho amor aquella noche, una energía que entraba en el pecho de la gente y pulsaba algún botón, alguna cuerda, algún interruptor desconocido. Los asistentes se miraban el pecho y se palpaban, convencidos, convenciendo los unos a los otros de que habían encontrado el pulsador que enciende todas las fuerzas positivas de la existencia. Está aquí, aquí, se señalaban unos a otros. Bastaba pulsar aquel interruptor para que todas las cosas que nos angustian desaparecieran, como desaparecen las tinieblas cuando se enciende una luz. Y los arpegios de Margot sobre el teclado eran la banda sonora, la columna vertebral de aquel hallazgo, como si sus notas fueran un mapa del tesoro, y la isla del tesoro fuera el territorio pantanoso, difícil, de la conciencia alterada. Y todo el mundo festejaba el hallazgo del tesoro menos Larretxi. Porque en el tresillo de la esquina, el más próximo a la puerta de salida, Larretxi miraba sin participar en aquella revolución del espíritu, y su rincón le parecía a todos los demás un rincón negro, un nido de buitres, una esquina del mundo pequeña y empapada por una lluvia irreal, lluvia que sólo caía sobre aquel espacio, lluvia importada, traída desde la memoria, lluvia de la postguerra importada y puesta en su rincón, encima de su cabeza.
16 comentarios
mario -
Nemo -
Mario -
Un abrazo.
Andrés -
En fin,...
mario -
Una pista: hay un nombre que sobra en el fragmento 1, porque en la corrección se suprimió la referencia, pero olvidé eliminarlo de la lista de nombres.
Andrés -
Andrés -
Vale.
mario -
Andrés -
cristina -
mario -
cristina -
Ah!, por cierto, se me olvidó comentarte que me gustó mucho de tu libro como tratabas el mundo de la psiquiatría y de las drogas, me acordaba constantemente de mi hermanito psiquiatra muy adicto a las drogas psicodélicas (y a las féminas). Un saludo
mario -
cristina cañamero -
Mario -
Un abrazo.
Nemo -