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mario cuenca sandoval

30 verdades fundamentales sobre House

30 verdades fundamentales sobre House

 (publicado en Quimera, nº 332-3, julio-agosto de 2011

1. House es la encarnación del neopositivismo, como Holmes lo fue del positivismo decimonónico. Los significados de los hechos observables son unívocos para ambos: si el paciente tiene la piel anaranjada, su mujer le está siendo infiel.

2. En ese reduccionismo, la teleserie House puede hermanarse con Lie to me. Si a alguien le tiembla la aleta izquierda de la nariz, es que nos oculta su desprecio.

3. Eso sí: el positivismo no está reñido con el sentido del humor.

4. Que a House le guste el piano -como a Holmes el violín- no revela sino la disyuntiva decimonónica entre el espíritu y la materia, todavía sin resolver.

5. No obstante, en ocasiones se establecen puentes entre ambos reinos. House dixit: "Una enfermedad que ataca al cerebro, al corazón y a los testículos ¿no será un poema de Byron?"

6. Como advirtió Xavi Ayén, House se parece a Javier Calvo.

7. House encarna todos los dispositivos médicos de saber-poder que a Foucault le ponían los pelos de punta -en sentido figurado, desde luego-.

8. El bio-poder somete los cuerpos a la regulación médica a través de un sinfín de pruebas supliciantes, con respecto a las cuales House no muestra la menor delicadeza. Para él, la gravedad del estado del paciente justifica la cosificación disciplinaria de su organismo. De hecho, House acostumbra a mostrar más interés por la enfermedad que por el paciente, salvo que alguna cualidad suya estimule su curiosidad o su libido. La vida de los pacientes está en función del enigma, y nada más.

9. La presunta rebeldía de Gregory House con respecto a la racionalidad médica es, sin embargo, una convalidación de la misma.

10. En House, la singularidad es naturalizada por el saber médico: si alguien no tiene pelos en la lengua, sufrirá una inhibición del lóbulo frontal. Si es un genio del piano, tendrá un daño cerebral en hemisferio derecho. Si es un cretino insoportable, padecerá hemocromatosis. Si habla con Dios, tendrá un herpes. Si es feliz, tendrá algún defecto genético.

11. En 1846, Le Verrier dedujo la existencia de un octavo planeta en el sistema solar a partir de las perturbaciones que se observaban en la órbita de Urano. Lo llamó Neptuno. También House es capaz de postular la existencia de un tumor por pruebas indirectas. Después, localizarlo es solo cuestión de paciencia.

12. Holmes necesitaba la morfina y la cocaína cuando no tenía a tiro misterios que desentrañar, distracciones que engrasaran su maquinaria deductiva. También House necesita casos que alimenten su insaciable genio, pero la vicodina tiene otro propósito: mitigar el dolor. Y el dolor es el obstáculo supremo a su inteligencia.

13. Las conductas no adaptativas también son adaptativas, aunque lo disimulen muy bien. Enamorarse es el trasunto poético de la búsqueda del éxito reproductivo. Evolución, querido Wilson, evolución.

14. House es darwinista social: las relaciones sociales se explican desde las propiedades biológicas. Lo revela, entre otros muchos, en el episodio 13 de la cuarta temporada: “Tres cavernícolas ven venir a un tipo lanza en ristre. Uno lucha, uno huye y el otro lo invita a una fondue. El último no tuvo descendencia”.

15. En el citado capítulo, House trata a un paciente demasiado agradable. Dado que la amabilidad no es adaptativa, debe existir alguna patología subyacente. De nuevo se apela a un naturalismo ético: la insolidaridad, el egoísmo y la agresividad son tomadas como propiedades naturales. Las virtudes, por el contrario, constituyen síntomas médicos, cuando no síntomas de hipocresía.

16. En la misma línea, el episodio Es o no es, de la segunda temporada, analiza el altruismo como una máscara presentándonos el caso del doctor Sebastian Charles, un médico que ha consagrado su vida a la lucha contra la tuberculosis en África. Charles, a juicio de House, no es más altruista que los demás, sino más hipócrita: “Hay un imperativo evolutivo para que no nos den igual la familia y los amigos. Y hay otro para que nos den igual todos los demás. Va contra natura amar a todo el mundo indiscriminadamente”, asegura House.

17. También suscribiría la definición de Dawkins de los organismos como “máquinas de supervivencia”.

18. Sin embargo, esa tormenta de genes tratando de sobrevivir y de reproducirse que llamamos la vida no es un espectáculo bello: “La vida es un asco y la suya es peor aún que otras. Aunque las hay peores, lo cual también es deprimente”, le dice a un paralítico en la primera temporada.

19. La cojera de House lo humaniza, disculpa parte de sus violaciones de la ética médica, pero también brinda pistas para explicar su personalidad; incluso su irritabilidad es naturalizada.

20. La negativa de House a respetar reglas convencionales y procedimientos ortodoxos tiene también su fundamento en un arraigado naturalismo ético: el cáncer no tiene principios morales. Es ciego, sordo y nada caritativo. No se puede luchar contra la enfermedad y, al mismo tiempo, observar las arbitrarias reglas de los hombres. La biología es la ley de la selva. El contrato social es contra-natura. La ética médica es un chiste. Para pensar en las consecuencias legales de esta lucha descarnada, ya está la doctora Cuddy.

21. Todo el mundo miente, incluido House.

22. Los pacientes mienten, sin embargo sus síntomas resultan elocuentes; sólo hay que saber interpretar lo que dicen. Entre el testimonio del paciente y el síntoma, hay que escoger lo segundo.

23. Los pacientes no solo mienten, sino que se comportan de manera irracional con respecto a su enfermedad. Por eso House cree legítima la intimidación para obtener su consentimiento a determinados tratamientos o exámenes médicos. Hobbes aplaudiría con entusiasmo.

24. Sólo los adolescentes, y no siempre, se libran del sarcasmo de House. Tal vez porque representan un nivel de la socialización en el que la hipocresía aún no ha desplegado todas sus raíces. Los adolescentes son puros. Después la sociedad los arruina. Rousseau aplaudiría con entusiasmo.

25. Nunca es lupus. Tampoco sarcoidosis. Ni vasculitis.

26. En el episodio titulado “Buenas intenciones”, House compara la fe con la hipocondría: ambas consisten en dar por segura la existencia de cosas que no son reales. Suena Hume de fondo: si un libro no describe hechos empíricos ni relaciones lógico-matemáticas, mejor echarlo al fuego.

27. No hay una instancia superior que otorgue sentido a la existencia. Como escribió Sartre, “No hay signos en el cielo”. House se burla de las preguntas últimas porque el diagnóstico diferencial no puede confrontarlas con garantías: “y ya que estamos aquí, Cameron querría saber por qué les pasan cosas malas a los cachorritos”. 

28. El enfoque positivista no nos orienta frente a las preguntas fundamentales. Explica cómo surge el dolor, pero no explica qué es el dolor ni cuál su sentido. Esto se hace evidente en los dolores que no constituyen síntoma ni poseen función adaptativa alguna; deben de ser un error, o un sarcasmo, o el cinismo de la naturaleza que se ceba en nosotros. Se parecen al propio House y su cojera.

29. Entre las plaquetas, los tumores, las paredes intestinales, los miasmas, los ganglios inflamados, no hay ningún indicio de que la existencia tenga sentido.

30. En la enfermedad, y contra los argumentos de Nietzsche, de Deleuze, no hay dignidad alguna. Nos lo aclara el Doctor House desde el primer capítulo de la serie: “Los cuerpos se deterioran, a veces a los noventa, a veces antes de nacer, pero siempre sucede sin un atisbo de dignidad. ¡Tanto si no puedes andar, ver o limpiarte el culo, siempre es horrendo!, ¡siempre!”.

 

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