Diez recetas para convertirse en un escritor del moderneo
1- No escoja los nombres de sus personajes por su sonoridad, sino porque remitan a otros personajes de los grandes renovadores de la novela del siglo XX. Llámelos Humbert No Se Qué, Funes el perezoso, o No sé Cuántos Bloom, y así contentará a los filólogos.
2- Irremediablemente, el protagonista deberá ser novelista o poeta. Si escoge a un médico o un fontanero no podrá exhibir usted su musculatura intelectual. Un profesor universitario puede servir a nuestros intereses, depende de la especialidad. Pero los lectores no perdonarán a un albañil hablando del funcionalismo de Parsons o de la hermenéutica nihilista de Vattimo.
3- Además del protagonista, invente a un personaje en la sombra cuyo desempeño resulte fundamental para la trama, dótelo de atributos y propiedades personales y, a tres cuartos del desenlace de la novela, revele que tal personaje en realidad no existe, a lo Kaiser Soze.
4- No se preocupe si sus personajes carecen de entidad psicológica, ya sabe: motivaciones, creencias personales, emociones verosímiles. La crisis del sujeto contemporáneo nos ha liberado de semejante responsabilidad.
5- Si lo desea, puede aparecer usted mismo en la narración, o cualquier otro escritor con el que haya entablado amistad previamente. Cada vez que abra la puerta entre ficción y realidad ganará una referencia en un artículo crítico. Cuando sume muchas referencias, y con un poco de fortuna, lo invitarán a usted a algún congreso.
6- Investigue la distancia exacta entre el palimpsesto y el plagio. Incluso desde el punto de vista judicial. Cuidado con las viudas de escritores célebres.
7- La acción se desarrollará en los EE.UU. Repito: la acción se desarrollará en los Estados Unidos, ni en Almendralejo ni en Zaragoza, salvo que sea usted Manuel Vilas. Vilas sabe hacerlo, pero usted no.
8- Presente las escenas de cama como paradigmas teóricos. Hable de sexo post-estructuralista, sexo funcionalista, deconstrucción sexual, herméutica sexual de inspiración gadameriana, etc. Los estudiantes de Teoría de la Literatura sentirán que sus esfuerzos no han sido en vano.
9- Administre su friquismo en dosis adecuadas, con peleas de catana, episodios vampíricos, telequinesia, etc. Por dosis adecuada se entiende aquella que no abochornaría ni siquiera a un filósofo postmoderno.
10- Puede reciclar materiales procedentes de proyectos abandonados: cuentos inconclusos, ensayos y poemas. Tritútelos y ordénelos de tal modo que el lector pueda sospechar alguna relación entre ellos. Llame a eso fragmentarismo u ontología fragmentaria.
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Babelius -