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mario cuenca sandoval

Entrevista en El Correo de Andalucía

Entrevista en El Correo de Andalucía

a cargo de Alejandro Luque

Cuenca Sandoval y la guerra como laboratorio espiritual

 

18/05/2010

Tras la excelente acogida de su primera novela, Boxeo sobre hielo, Mario Cuenca Sandoval vuelve con El ladrón de morfina (451 Editores), una obra inusual en el panorama narrativo español -está ambientada en la guerra de Corea- y que sorprenderá incluso a sus más fieles lectores. "Quería dar un golpe de volante y hacer una novela que, partiendo de un género determinado, degenerara. Y pensé que el bélico me daba muchas posibilidades; para empezar, permitía que el lector se acercara sabiendo que se trata de un artefacto literario, sin propósitos naturalistas o realistas".

Cuenca Sandoval explica que, a la hora de prepararse para este reto, la documentación histórica "fue bastante escasa por voluntad propia, porque no quería que el relato reprodujera con detalle la guerra de Corea, sino transmitir una sensación vaporosa, evanescente", afirma. "Para la atmósfera sí, no dudé en vampirizar a autores como Norman Mailer o Denis Johnson, junto a clásicos como El corazón de las tinieblas. Y mucha información visual de cine bélico, desde películas como La delgada línea roja al cine de los 50, como el de Samuel Fuller", agrega.

El lector que se adentre en las páginas de El ladrón de morfina encontrará, además del recluta Flaco Bentley, a un ángel colombiano, a un oficial-artista que dibuja tanques con una máquina de escribir, y a todo tipo de traficantes de sexo y drogas. "La ideatradicional de la novela es que a un personaje le suceda una serie de peripecias. Yo quería darle la vuelta a ese sistema, e intentar que las peripecias pasaran a través de unos personajes que, de alguna manera, son ellos mismos máscaras, arquetipos", explica este profesor de Filosofía, nacido en Sabadell en 1975 pero afincado en Córdoba.

Asimilado a la llamada Generación Nocilla, Cuenca Sandoval sonríe desde la paradoja de sentirse "distante de esa etiqueta, y al mismo tiempo consciente de que tengo afinidades con los miembros destacados de ese grupo, aunque también las tengo con otros autores ajenos. Al fin y al cabo, todos pertenecemos a una generación educados en unos parámetros similares de la cultura de masas", dice.

Por último, Cuenca Sandoval subraya su deseo de proponer "un enfoque no moral de la guerra" al abordar El ladrón de morfina. "En el relato no hay buenos ni malos, ni virtudes ni vicios. Me interesaba explorar las condiciones psicológicas y espirituales de los personajes, presentar la guerra como laberinto espiritual. Me fascina pensar cómo puede un individuo sobrevivir a una experiencia como esa". 

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